Pásele Marchante
Esta serie de fotografías son el resultado del esfuerzo que uno de nuestros exploradores urbanos hace día a día para buscar, perseguir, identificar y preservar negativos fotográficos que, o bien terminan en la basura, lo mismo que “quemados” para rescatar químicos.
Esta serie viene de nuestras raíces, de las que estan bien arraigadas, El tianguis.
Si lo que usted quiere es observar en plenitud la cultura mexicana, basta con visitar un «tianguis». Además de frutas, verduras y fayuca se encontrará frente a un museo vivo del lenguaje cotidiano, el perteneciente a la banda.
«Pásele, güerita, ¿qué le damos?, llévele, llévele, bara, bara, bara, bara» son ejemplos de las frases concurridas en estos espacios, y estoy segura que más de algún mexicano podría canturrear cada una de ellas en ese tonito tan particular que nuestros queridos tiangueros son tan buenos para entonar.
Dice el refrán: Ni tianguis sin ratas, ni libro sin erratas.
La palabra tianguis viene del náhuatl tianquiztli. El comercio es una actividad muy antigua y fundamental para el ser humano.
Cuantas canciones y poemas conocemos que hablan de habitantes del campo que llevan una carga de productos, para venderlos a la ciudad. Antes de la llegada de los españoles a México, los aztecas ya hacían bazares temporales al aire libre donde intercambiaban animales y toda clase de productos como maíz, tomates, aji, metales, piedras y cueros. A este mercado provisional lo llamaban tianquiztli; claro que en estos tiempos, los tianquiztli no tenían ratas, pues estas llegaron con los europeos en los barcos.