La Ciudad que observa, quieta, tranquila, respirando de a poco. Nos observa con sus grandes ojos llenos de luz, esa luz que ciega a quien la mira. La misma luz que han visto peatones: payasos, vendedores, enamorados, ciclistas, perros. La Ciudad nos observa y espera a que el tiempo resvale sobre sus fachadas y estatuas y pisos y recuerdos. Espera a otros que después serán observados, todo en un ciclo interminable.
En este nuevo post de Fundación Negativo presentamos algunas fotografías que nuestros exploradores urbanos han encontrado, precisamente, recorriendo las calles de la Ciudad de México. Y a propósito de calle y muy ad hoc, compartimos también un bello poema de Octavio Paz titulado "La calle". Un poema que parece jugar también con la idea del ciclo interminable.
¡Vamos a caminar!
La calle
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.